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jueves, 18 de julio de 2013

EL MEJOR INSTRUMENTO DE GUERRA JAMÁS IDEADO (Parte 1)



(Dedicado a mi gran amigo Luis, uno de los grandes responsables de haber hecho realidad muchos sueños al conseguirme muchas de las piezas de colección que habitan ahora el armero, incluido como no...mi M1 Garand)

Muchas veces al comenzar a escribir un tema, como bloguero aficionado no dejas de sentirte un poco plagiador. A fin de cuentas, sólo intentas dar un poquito de tu prosa a excelentes trabajos que otros realizan mucho mejor que . Pero cuando llegas al extremo de copiar descaradamente una de las mejores citas de uno de los mejores generales de todos los tiempos, a todo un George S. Patton; más te vale tener una buena excusa. Y yo la tengo… mi rifle M1 Garand fabricado por Springfield en 1943, habla por mi.



Cuando eres aficionado y coleccionista de armas, puedes tener el mayor número de piezas, y las más raras y las más valiosas, pero si no tienes un Garand, siento decirlo así de crudo, sólo tienes una asombrosa colección de “hierros”. Decir en una reunión de grandes aficionados a la historia militar (¡o de viciosos del Call of Duty!): “tengo un Garand original”, ya hace que te suban de categoría, aunque sólo sea medio peldaño. Y dispararlo, es entrar en otra dimensión.

Sobrevalorada pistola alemana. Tengo amigos que por tener esto piensan que ya tienen una gran colección...je, je ¡pobres infelices!


El Duke no usa Lugers...
Y como es costumbre en este blog, no será esta entrada una historia detallada, sino una colección de anécdotas curiosas.

La primera: los antecedentes. Todos los textos dan dos, el magnífico rifle semiautomático Mondragón y el danés M1922 Bang. El primero, fue una gran tarea de ingeniería realizada por el general mexicano Manuel Mondragón; que llegaría a ser fabricado por la SIG suiza, e incluso usado por el ejército alemán durante la primera guerra mundial. El segundo, que sería fabricado en los EEUU, era obra de un ingeniero danés, de nombre Soren H. Bang. Y sería éste último, el que daría muy buenas ideas para el desarrollo del suyo a un oscuro ingeniero de la Springfield Armory, un tal John Cantius Garand.

Rifle Bang.

Rifle Mondragon.

John C. Garand, no era norteamericano de nacimiento, sino canadiense, nacido en Québec, pero de niño se mudó con su familia a Jewett City, en Connecticut. Fue a la escuela sólo hasta los 11 años, cuando empezó a trabajar en una empresa textil. Rápidamente se dieron cuenta de su gran e innata habilidad con la maquinaria, lo que motivó su rápido ascenso. Unido a su gran pasión por el tiro, de forma amateur comenzó a diseñar diversas armas. En 1917, sería contratado por el ejército norteamericano para mejorar el diseño de ametralladoras ligeras, y al final de la guerra obtendría un buen puesto en el arsenal militar de Springfield Armory en Connecticut (no confundir con la compañía que obtuvo el nombre en 1974, y está en Illinois). Ahí comenzaría el diseño de su inmortal rifle.


Realmente, en los años veinte, el ejército y la marina norteamericanos no necesitaban un rifle nuevo. Tenían uno sensacional, el Springfield  mod. 1903 del calibre .30-06. Es uno de los fusiles sistema mauser más bonitos y mejor fabricados del mundo, con una excelente precisión y suavidad de la acción del cerrojo, aparte de haber mostrado su gran fiabilidad y resistencia. Pero la opción de conseguir un gran volumen de fuego se tropezó con un obstáculo importante: la gran potencia del cartucho.

Se había ideado para el citado rifle el conocido como dispositivo Pedersen que lo convertía en un semiautomático, pero al precio de no poder usar el .30-06, sino un cartucho intermedio, el conocido como Cal. 30 auto, y era alimentado por un cargador de 40 disparos. No llegó a tiempo de usarse en la guerra, y en 1920, la inmensa mayoría de las modificaciones, inexplicablemente, se destruyeron. Se quería algo más…



Dos vistas del dispositivo Pedersen

Tanto el US Army como el USMC, tomaron en consideración otro cartucho, el .276 Pedersen; menos potente, pero útil a las distancias de combate requeridas. A los concursos había varias propuestas, pero siempre fallaban en algo primordial: o no eran fiables, o bien los cartuchos precisaban pasar por almohadillas impregnadas en aceite. Todos menos el rifle de John Garand, ese funcionaba como fuese.

Al principio de los años 30, el jefe del estado mayor del ejército, un ya bien conocido Douglas MacArthur se empeñó en que no se usase ese cartucho por los problemas de logística que planteaba, y que el rifle que se seleccionase tendría que funcionar sí o sí con el .30-06. Y eso que en esa época, era un apestado de la escena política y social, al mandar disolver con gases lacrimógenos y bayoneta calada (con el resultado de dos muertes) al Bonus Army, un numeroso grupo de veteranos de la primera guerra mundial, muy empobrecidos con la crisis de 1929, que habían acampado en Washington DC con sus familias, para protestar por su situación y el incumplimiento de las promesas que se les habían hecho. Aún así, sacó adelante el que se dotase a los militares con el nuevo y revolucionario rifle. Años después, muchos lo agradecerían.
Protestas del Bonus Army.


Patentado en 1934, comenzó a ser producido en masa, en la Springfield Armory en 1936, con un contrato inicial de 155.000 ejemplares, pues no iban a hacer falta más…sólo en dos años, de 1943 a 1945, Springfield fabricó 3.455.000…

Adoptado inmediatamente con entusiasmo por el ejército, cuyas pruebas incluyeron tanto a reclutas recién alistados como a veteranos de más de 15 años de servicio activo, fue inicialmente descartado por los Marines. La razón bien curiosa: no les gustaba el engarce de la bayoneta. La razón es que los primeros ejemplares llevaban en la bocacha una pieza para mejorar la cantidad de aire disponible para la acción semiautomática, la denominada Gas Trap. Sin embargo, los gases y restos de la combustión de la pólvora del cartucho ocasionaban acumulación de suciedad, lo que terminaba por aflojarla y moverla, con el peligro (que realmente sucedió en ocasiones) de que una bala se llevase el invento por delante al salir del cañón. Al final fue omitida por innecesaria, pero los Garand que así fueron fabricados se han convertido en codiciada pieza de coleccionista.

Detalle de la Gas Trap

Al comienzo de su uso, no se sabía muy bien si necesitaba mucha lubricación o poca. Así que los mandos para probar cambiaban una y otra vez las instrucciones a las tropas, por lo que las inspecciones se convertían en un horror. Rápidamente los soldados descubrieron que en muchas unidades, se inspeccionaba solamente una parte de la compañía, así que parte de los rifles se limpiaban de acuerdo a las anteriores y la otra según las nuevas. Ahorraron mucho trabajo y muchos castigos también.

De fábrica los Garand nuevos venían con una sustancia grasa llamada Cosmoline que garantizaba su almacenamiento sin corrosión durante muchísimos años. De hecho la egiptología moderna ha demostrado que algo muy similar se usaba en los procesos de momificación. Quitarla a mano es un peñazo sin igual, pero hay un truco: desmontar el rifle, sumergir las piezas en agua a punto de ebullición (si está viejo el cosmoline, se usan antes ciertos aceites para darle viscosidad de nuevo), sacarlas (las partes más rebeldes se terminan de limpiar con algún compresor de agua a chorro), secarlas con esmero y aceitarlas con rapidez. Nunca le dijeron esto a los soldados, a pesar de saberlo, pues en el ejército de entreguerras, se prefería tenerlos ocupados en algo. Así que les tocaba hacerlo a mano, cada vez que se recibía un nuevo cargamento.


El Garand sólo tuvo un rival, el rifle Johnson. Diseñado por Melvin Jonson, un antiguo oficial del USMC, siempre se quejó de haber sido maltratado en las pruebas realizas con su rifle. Nuevas pruebas en 1940, demostraron que era similar al de Garand, pero con la desventaja de estar éste ya en servicio. En pruebas realizadas por los Marines a principios de 1941, comparando el M1903, el Garand y el Jonson, sin embargo, quedó éste en último lugar. Aún así, el debate GarandJohnson sigue siendo un clásico de los aficionados a los rifles militares.
Johnson Rifle
Detalle de su recarga

  El primer uso del M1 Garand durante la segunda guerra mundial fue en la defensa de las Islas Filipinas de los invasores japoneses. Quedaron enormemente impresionados por el nuevo rifle, que causó un gran impacto pese a su escaso número. De hecho se pensó incluso en recamarar los capturados al 6,5x50 mm Arisaka; quedando en nada el proyecto. Según avanzó la guerra, y la difusión del Garand, la alarma fue aún mayor, llegándose incluso a realizar una copia del mismo, para la defensa de las islas del archipiélago japonés. Sería el rifle semiautomático Type 4 (otros textos lo llaman el type 5), en calibre 7,7x58 mm. Tenía un cargador fijo de 10 cartuchos, alimentado con peines de cinco; y se fabricaron cerca de unos 200. Su precio actual, como os podéis imaginar, es astronómico.

Rifle Type 4, el "Garand nipón"


Varios ejemplares de Garand participaron con Rangers americanos en la desastrosa operación Jubilee sobre Dieppe, de agosto de 1942, en ella, varios comandos británicos recuerdan que consiguieron reembarcar gracias al voraz fuego de contención que dichos rifles, en manos de un pequeño grupo de Rangers, les proporcionaron. Hubo planes de proporcionar gran número de Garands a los británicos, pero fueron descartados por motivos ignotos. Los pocos que llegaron en virtud de préstamo y arriendo, acabaron en manos de la Home Guard.

Amanecer en Dieppe...

Cuando la primera división de marines desembarcó en Guadalcanal, debido a la tozudez de los mandos del USMC, todavía estaban armados con los rifles de cerrojo Springfield, y así tuvieron que luchar hasta la llegada en octubre de 1942, de las primeras unidades del US Army, que ya traían el Garand. Algunos de los Marines ya lo conocían, y apreciaban su efectividad, por lo que se idearon las más variadas estratagemas para hacerse con uno. Unas, más legales, como la de cambiárselos a los encargados de intendencia por apreciados y valiosos botines de guerra como banderas, espadas, rifles, pistolas, etc, japonesas, de las cuales los marines tenían amplia posesión debido a las durísimas batallas libradas. Otras, digamos que más directas, como la llamada “requisa bajo la luz de la luna”, que era lisa y llanamente hacerse con uno por la noche, bien yendo al depósito, o dándole el cambiazo a algún novato del ejército, que al despertar, contemplaba con estupor y luego cabreo, como su apreciado Garand, había sufrido un downgrade y ahora era un baqueteado Springfield. U otras más macabras…como la costumbre posicionarse en los pozos de tirador con elementos del ejército, en teoría para reforzar su combatividad con veteranos, pero no se tardaba ni un minuto en anunciarle al novato que no tardaría en recibir un tiro en el próximo combate, y que el marine quería estar bien cerca de ese Garandpara que no se perdiese.

Marines equipados todavía con el Springfield
 
...y uno que consiguió el nuevo rifle.

El brutal clima y terreno de Guadalcanal despejó todas las dudas sobre la fiabilidad del rifle M1. Mientras se limpiase con cierta frecuencia y esmero, el arma funcionaba como un reloj. Así, que siempre que se podía, se desmontaba y limpiaba. Para no estar sin defensa, lo normal era hacerlo por turnos, teniendo rifles listos y preparados y otros en proceso de limpieza. Si os fijáis bien, en las excelentes series de la HBO, The Pacific y Hermanos de Sangre, hay varias escenas al respecto.



Guadalcanal demostró ciertas debilidades de los primeros Garand, una era la aguja de percusión, un poco frágil en algunas series y la palanca de armado que tendía a resquebrajarse. Un defecto menor, era que algunos traían un muelle excesivamente duro, pero bastaba con cortarlo unas pulgadas para que el rifle funcionase a la perfección. Otro defecto fue más peliagudo: debido al clima y, sobre todo, al propelente de los cartuchos, el extremo externo del cañón y el receptáculo del cilindro de gases tendían a pulirse, y perder el pavonado, quedando así una zona del rifle que brillaba incluso con poca luz lunar, y que delataba la posición del tirador. Excepto el defecto de la palanca de armado, que siempre fue un pelín quebradiza, el nuevo rifle funcionaba mucho mejor de lo esperado en un entorno tan hostil. De hecho muchos Garand (incluido el mío) actualmente conservados, es la única pieza original que tienen cambiada.


uno de los primeros M1 mostrando el "pulido" tras muchos disparos
Y llegamos aquí el mayor creador de mitos del rifle M1: su peculiar peine de alimentación. Una de las mejores sensaciones del rifle es ese maravilloso y musical PIIIINNNGG!!!! Que resuena en tus oídos al terminar el cargador, y saltar por los aires el clip vacío. El ruido lo hace, principalmente, la pieza que lo expulsa, pero se oyen un par de clangs al caer el peine metálico al suelo. Tanto en la Segunda Guerra Mundial como en la de Corea, corrió la leyenda que el enemigo, así, oía que tenías un rifle descargado y podía ir a por ti…vayamos por partes.


Os aseguro que un campo de tiro, con todo el ruido y la cacofonía de diversas armas, a menos de cinco metros, no oyes nada de nada cuando el rifle expulsa el clip, así que mucho menos en un combate. Además no tengo otro rifle que se recargue a tal velocidad que mi querido M1 Garand: según salta, tú sí que oyes el clip, quedando el cerrojo además abierto. Con un rápido gesto accedes a las cartucheras, sacas otro clip, y con rapidez lo insertas, quedando el rifle otra vez listo. Lo haces, con entrenamiento en menos de dos segundos…y vuelves a tener, otra vez, ocho disparos del potente cartucho a tu disposición. Para pensarse lo de cargar…aún así, muchos veteranos guardaban algunos clips vacíos, para tirarlos cuando todavía les quedaba munición, y hacer creer a algún incauto que eran presa fácil.

Otra leyenda famosa del Garand, es la del famoso “pulgar del Garand”. La leyenda es cierta, pero hay que matizarla. Se decía, que muchas veces al meter el clip, el cerrojo se desplazaba por si mismo hacia delante, pillando dolorosamente el dedo del tirador contra la recámara. Es cierto, puede pasarte, pero el golpe que te da el cerrojo es suave, y en absoluto doloroso, sólo que tardas un poco más en recargarlo. Otra cosa es que la palanca de armado te pille los dedos 2º a 5º de la mano izquierda mientras disparas por ponerla en su recorrido, ahí sí que duele y mucho.

El dedo se ennegrece por las pequeñas pero continuas hemorragias que la presión de los bordes del clip producen en el pulpejo del pulgar. Y en absoluto es doloroso, es más bien una “medalla” que muestra lo bien que te lo has pasado en el campo de tiro. Por cierto, el clip carga en cualquier posición, es decir, que no hay un arriba ni una abajo, y es más sencillo cargar el rifle si te has preocupado que el proyectil superior (¡o inferior!) quede a la derecha del mismo. Y para evitar que te golpeé el cerrojo es bien sencillo: sólo hay que poner la palma de la mano derecha contra el cajón de mecanismos, preocupándote que la eminencia hipotenar (el canto de la mano, vamos), sujete la palanca de armado. Al terminar de insertar el clip, se echa un poco hacia atrás (por si no se había armado ya) y al terminar el recorrido se le da un pequeño golpe para asegurarse que el cerrojo ha completado su recorrido.



Dos fotos muy demostrativas de cómo se carga un Garand.