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lunes, 20 de agosto de 2012

OTTO EL AFORTUNADO (Parte 2)

Los famosos “diablos verdes” como eran conocidos los paracaidistas alemanes siempre mantuvieron un excelente nivel, pese a las pérdidas, durante toda la guerra. Además, eran de ese tipo de unidades en la que un pequeño núcleo de veteranos podía convertir, en un plazo de tiempo breve, a reemplazos muy verdes en excelentes combatientes. Su historial de combate es impresionante, y toda formación aliada que se enfrentó a ellos, siempre tuvo que sufrir sus buenas bajas para doblegarlos. Según muchos historiadores su eficacia decaería marcadamente al final de la guerra, pero con un poco de atención se puede ver que esas unidades no eran Fallschirmjäger puras y duras, sino Luftlande divisions (o divisiones transportadas por aire, con un cierto núcleo de paracaidistas, como la 91ª o la 22ª), o peor aún, divisiones de campo de la Luftwaffe, formadas a toda prisa al final de la guerra, y que recibían uniformes y equipos de paracaidistas porque era lo que quedaba en los depósitos…


            Desde el principio se vio que la mejor opción germana era un asalto aéreo, pero la especial situación en el Gran Sasso impedía un uso de paracaidistas. Incluso el uso de planeadores tenía su riesgo, ante la estrecha zona de aterrizaje existente.  Al final se decidió asaltar con éstos últimos el hotel, ocupando la estación superior del funicular que lo conectaba con el pueblo de Assergi. Se usarían 12 DFS-230B y C, ocupados por miembros de la primera compañía del I/FJR 7 (con un pelotón de apoyo de la 4ª), al mando de uno de los mejores oficiales de Mors, el Oberleutnant Georg Freiherr von Berlepsch. El resto del primer batallón (menos la 4ª compañía que se quedaba en funciones de seguridad en Roma), atacaría por tierra, al mando directo de Mors, con el apoyo de dos StuG III, para asegurar el área, ocupar el pueblo y la estación inferior del funicular. En reserva, quedarían dos compañías del II/FJR 7 por si había que saltar el aeródromo cercano de L’Aquila, para extraer a Mussolini. Todo este plan, lo ideó y llevó a cabo Mors, ¡en sólo 16 horas y media!



DFS-230

Georg Freiherr von Berlepsch

            El asalto al Gran Sasso lo iban a realizar doce planeadores desde el campo de aviación de Pratica Di Mare. Los tres primeros (Kette 1, planeadores nº 1, 2 y3), al mando directo de von Berlepsch llevaban la fuerza importante de asalto: 30 paracas veteranos, bien armados, y a los que se les había suministrado el último grito en armas de infantería: el fusil de asalto de 7,92 mm FG 42.  Aterrizarían primero  y atacarían y asegurarían el hotel. Kette 2 (planeadores nº 4, 5 y 6), llevaría tropas de refuerzo, cuya misión era asegurar el área alrededor del hotel, y proporcionar escolta cercana al Duce. Aquí iría Skorzeny y su gente, armados con pistolas y subfusiles MP-28. ¿Qué cómo se metió aquí Otto?...una parte secundaria del plan era el rescate en el apenas protegido castillo de Rocca Delle Caminate, la familia de Mussolini, operación que encantado, Student dejó a los SS. Sin embargo permitió la entrada en el plan de Skorzeny, como una especie de “cortesía profesional”, aunque más bien, sus contactos en la SS y su placa de SD la hacían más obligada que deseada. Dos decisiones de las que se arrepentirían durante años.


Fusil FG-42

Subfusil MP-28

            La Kette 3 (planeadores nº 7, 8 y 9), al mando de Feldwebel Eugen Abel, capturarían la estación superior del funicular. Y la kette 4 (planeadores nº 10, 11 y 12), mandada por el Leutnant Gradler, reflejaba la profesionalidad de los Fallschirmjäger, la de apoyo, y bien armada, llevaría dos ametralladoras MG-42, dos morteros ligeros le.GrW 36 de 50 mm y hasta un cañón antitanque ligero de 2,8 cm SPzB 41 (el RPzB 43 o Panzerschreck no lo verían hasta octubre) Además, llevaría también personal sanitario. Todo quedó dispuesto para iniciar el asalto en la mañana del 12 de septiembre de 1943…


Ametralladora MG-42



cañón antitanque ligero de 2,8 cm SPzB 41
 
La oposición era desconocida, pero se calculaba que sería del orden de 100 a 200 italianos, militares y carabinieri. La realidad tenía un carácter tan latino que hasta enternece…como nadie se fiaba de nadie se decidió que la fuerza fuese mixta: 30 policías bajo el mando del inspector general Giuseppe Gueli, experto en reprimir civiles y protestas obreras, y definido como un matón con placa; y 43 Carabinieri bajo el mando del teniente Alberto Faiola, con un segundo al mando de nombre Osvaldo Antichi. Los policías aportaban además un destacamento de perros de guardia que acabó atado en ciertas zonas, para “salvaguardarlas” (vamos, que daban el coñazo y debieron morder a algún carabinero). Los carabinieri aportaban además dos ametralladoras ligeras Breda M1930, había algunos subfusiles Beretta M1938 de 9 mm, y la dotación habitual de fusiles Mannlicher – Carcano del 6,5 mm. Sobre el papel era una fuerza respetable, y bien armada. Y no os creáis esas tonterías sobre el Carcano que salen en películas como JFK. Eso lo dicen los que no han tenido uno en la mano. Puede que no ser un fusil para llevarlo a una trinchera embarrada de Flandes, pero su cerrojo se acciona igual de bien que el de un Kar98 alemán, su peine de seis proyectiles permite una alimentación rápida, y su cartucho del 6,5 mm tiene un tiro tenso, cómodo y preciso a esas distancias.


Mannlicher Carcano M91

Ametralladora ligera Breda M1930
Pero, como buenos latinos, ¡nada de mando único! Una buena bicefalia como Dios manda. Además, tanto policías como carabinieri sentían que les habían colado un marrón inmenso, estaban aburridos, y con ganas de librarse de todo aquello. Y los mandos no habían recibido instrucciones precisas, y las que recibieron, como la de matar a Mussolini si había un intento de rescate, no les dejarían muchas opciones ante los rescatadores. Y ya no digo la situación política y militar de Italia esos días…el gobierno provisional de Badoglio saliendo pitando hacia el sur, con los aliados y los alemanes desarmando al ejército italiano, ocupando todo lo que podían del país y hundiendo hasta el acorazado Roma. La moral era baja, las tareas de guardia se cumplían sin entusiasmo, y la única medida defensiva de mención consistió en tapiar las ventanas de la planta inferior.
No creo que nadie se atreva a hacer una película de esta operación. No por ser un éxito alemán, no es eso. Es que su desarrollo fue tan increíble y burlesco, que habría que poner en el papel de Skorzeny a Dwayne Jonson “The Rock”, a Adam Sandler como el mayor Mors y a Steve Martin como Mussolini. Y no creo que Dale Dye fuese de asesor militar…
Dejemos al mayor Mors con su columna terrestre, que había salido ya a las 3:00 horas del 12 de septiembre y centrémonos en el asalto aéreo. Y empecemos con el vodevil. De entrada, en el campo de aviación de Pratica Di Mare, Skorzeny se presenta con un nuevo pasajero para su planeador: el general di brigada de la PAI (Polizia della Africa Italiana) Fernando Soleti, para que les acompañe en el raid, y “confunda” a los guardias italianos. Además, obliga a que dos paracaidistas de Mors se queden en tierra, y asigna dos periodistas (¡pensando hasta en la comunicación institucional en plena guerra! ¡Otto eres un crack!) Al planeador nº 9 de la fuerza de Abel, encargado de capturar la estación superior del funicular. Berlepsch lo quería matar allí mismo…
La salida se retrasa ante la tardanza en llegar de los planeadores y sus remolcadores Henschel Hs-126. Los Fallschirmjäger, con su conocido uniforme, se dedican a revisar una y otra vez armas, planes, fotos, croquis…los comandos de Skorzeny, vestidos con uniforme tropical de la Luftwaffe y casco estándar, se meten entre pecho y espalda un opíparo desayuno, bien regado de ron. Los paracas de Berslepsch ya lo tienen claro…éstos no se han montado en un planeador de asalto en su vida…

los profesionales: Fallschirmjäger en Pratica Di Mare

los aficionados: comandos de Skorzeny en uniforme tropical de la Luftwaffe

Los planeadores llegan, por fin, a las 11:00 horas...¡pero son sólo diez! Así, que le toca a veinte consternados paracaidistas quedarse en tierra. Pero el plan sigue adelante. Últimas revisiones, últimas instrucciones…pero entre los paracaidistas; pues los de las SS siguen mirando al tendido y Skorzeny y Radl están ocupados discutiendo con Soleti. Todo listo a las 12:10H…pero una alarma aérea al pasar por encima una formación de bombarderos aliados retrasa el plan (Skorzeny para darle chicha a la narración diría que bombardearon el campo de aviación). No hay ataque, y el despegue, a las 13:05 h. Primera oleada, los tres DFS-230 de Berlepsch, después los tres de Skorzeny, y cierran los de la última oleada y apoyo. Y Otto va a tener uno de los grandes golpes de suerte de su vida…




Poco después de despegar, Langguth, que va en el primer Hs-126, ordena a su piloto que ejecute un giro amplio para ganar altura, preocupado por la posibilidad que los planeadores vayan muy justos para superar las cumbres cerca de Tivoli. Pretende dar más seguridad al vuelo, a costa de un pequeño retraso. Pero los pilotos de la segunda oleada, o bien no lo ven, o no entienden bien el giro…y siguen adelante, con lo que los planeadores de Otto Skorzeny y sus hombres, pasan a liderar el ataque. Otto diría luego que viendo la maniobra, ordenó a su piloto, el teniente Meyer (un veterano piloto de planeadores) seguir adelante, y luego le ayudó a elegir el punto perfecto de aterrizaje.
Y ahí se le vuelve a pillar. Según declaraciones del propio Skorzeny, tenía sentado delante a Soleti, muerto de miedo y mareado, al igual que la inmensa mayoría de los comandos de la SS. Un planeador es una aeronave que se mueve mucho, oscila demasiado, estas apretujado de mala manera y o bien te asas o te mueres de frío. Es el vehículo perfecto para subirse tras un desayuno de carpanta, bien regado con ron. Además, las ventanas son pequeñas, y Meyer como buen piloto de planeador, básicamente un autobús aéreo de asalto haría el mismo caso que te hace el del bus urbano cuando le indicas algo; o sea, que por regla general te ignora…

cabina del piloto del DFS-230


el interior de un DFS-230. no muy cómodo que digamos...

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