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jueves, 13 de diciembre de 2012

LA CURIOSA HISTORIA DEL DETENTE - BALA



Sigue pareciéndome realmente extraño cómo germinan y se desarrollan las ideas de las entradas de este blog, pues aunque os aseguro que la mayoría comienzan de forma muy simple, mediante la lectura de algún libro o artículo que me da la idea, otros siguen caminos un poco más tortuosos.

De inicio, este post iba a ser para recomendaros las excelentes crónicas que la corresponsal de El Mundo, Mónica Bernabé, a quien ya le he dedicado un post, está enviando desde la provincia afgana de Bagdhis, mientras está empotrada con las tropas españolas. Y de cómo refleja su vida cotidiana y preocupaciones, y también operaciones militares y sus dificultades; sin olvidar tampoco la mirada experta sobre la sociedad afgana y sus miembros. Queda aquí hecha la recomendación.

Mónica Bernabé en una de sus últimas crónicas desde Afganistán. Fuente El Mundo.es
 
Pero uno de sus artículos, me llamó poderosamente la atención. Éste concretamente: “Locos por las tabletas”, del cual os dejo el link: http://www.elmundo.es/elmundo/2012/12/01/espana/1354356487.html. En dicho artículo había este bien curioso párrafo: “Aún así el páter afirma que las nuevas tecnologías no lo son todo. Por ejemplo, explica que los soldados se vuelven locos por tener un "detente bala", una estampita pequeña en forma de huevo con la imagen de la Santa Inmaculada, patrona de la Brilat, y una inscripción que dice: "Detente, el Corazón de Jesús está conmigo". Los militares siempre llevan la estampita encima, con la fe de que eso les servirá para regresar a casa sanos y salvos.”.

Comentando el citado párrafo con unos amigos, bien aficionados a la historia militar, me llevé la sorpresa porque desconocían que era eso del “detente-bala”, por lo que me animaron a escribir el siguiente post.

La devoción al Sagrado Corazón de Jesús, y al de la Virgen María, dentro de la religión católica, constituye una de las más importantes que existen en la misma. El origen de la devoción al de Jesucristo se origina, al parecer en la alta edad media ya, pero la inmensa mayoría de los textos otorgan su desarrollo y difusión a la figura de Santa Margarita María Alacoque (1647 – 1690), de la orden de Visitación de Santa María. La santa en sus visiones (especialmente la del Corpus Chiristi de 1675), refirió a la jerarquía eclesiástica que Jesús se le aparecía, y le enseñaba su corazón, que había sido consumido y extinguido por amor a los hombres, no recibiendo más que ingratitud, y exhortándola a que difundiera la veneración a su obra. El confesor de la santa, el padre, San Claudio de la Colombiére, fue el primer propagador de dicho culto, al que luego se adscribirían los jesuitas, que lo universalizarían por todo el mundo. Si visitáis iglesias de Francia, podréis comprobar que el culto al Sacre Coeur, ya sea de Jesús o de María, está ampliamente difundido, y son numerosísimas las capillas dedicadas al mismo.
la más famosa iglesia dedicada al Sacré Coeur...

Santa Margarita para difundir el culto comenzó a coserse en el interior del hábito, y cerca del pecho, una imagen del corazón de Jesús. El signo apenas ha variado desde entonces: es un corazón, rodeado de una corona de espinas, coronado por la cruz, y con llamas ya rodeando al corazón, a la cruz sola o a todo el conjunto (el de la Virgen María, es parecido, y aunque hay varias versiones, la más común es el corazón en llamas, sin cruz, con una corona que no es de espinas, y habitualmente atravesado por una o varias espadas). Asimismo, exhortó a las hermanas de su congregación a llevar cosido el citado símbolo.
Santa Margarita María Alacoque.

El culto de forma inmediata se hizo muy popular, y no sólo cosido a las ropas, sino también en plaquitas metálicas, de los más variados materiales, que en un principio pasaron a colocarse en las viviendas. Seguro que muchos, en la casa de vuestros abuelos o familiares de más edad, habéis visto la famosa plaquita de Jesucristo señalándose el símbolo de su corazón, y la leyenda de “Dios bendiga cada rincón de esta casa”. Pues aquí tenéis su origen.

Pero, ¿cómo llega a convertirse en un símbolo portado por nuestros militares? Es bien cierto que a lo largo de la historia, el horror y la incertidumbre de la guerra han llevado a los hombres a refugiarse en su religión, adoptando ciertas creencias, desechando otras, e incluso adaptando sus cultos a dicha realidad. No hay más que leer un poco sobre el culto de Mitra en el imperio romano y la gran difusión entre sus legionarios y auxiliares. El soldado, necesitado de aferrarse a símbolos que le dieran algo de seguridad y esperanza no dudó en portar numerosos objetos de claro significado religioso, desde los collares  de los Mau Mau, pasando por las camisas sagradas de los indios de las llanuras. Todos ellos tienen su particular historia y origen en un momento muy especial.
bello ejemplo de camisa ceremonial india. Podían ser aún más simples.

En los años en los que Santa Margarita populariza el culto al Sagrado Corazón de Jesús, no nos podía ir peor. El otrora poderoso imperio español estaba convertido en jirones, despojos sobre los que las emergentes potencias europeas como Inglaterra, Francia u Holanda se precipitaban a su saqueo. Los ejércitos españoles vencidos y aniquilados, y una intensa crisis económica y social sacudía lo poco que quedaba en pie. A la cabeza, un rey, signo palpable y bien visible de la decadencia, con las inmensas taras de la continuada consanguinidad de los Austrias, de nombre Carlos II, considerado hechizado por numerosos de sus súbditos al haberle hecho beber, de muy niño, una taza de chocolate caliente en la que se habían disuelto los sesos de un ahorcado, y del que sus propio padre, el rey Felipe IV decía que había sido fruto de “un coito menguado”. El único que había hecho algo parecido a un buen gobierno era su hermanastro, bastardo del Rey Felipe IV con su amante “la calderona” (Doña María Inés Calderón), y de pomposo nombre: Don Juan José de Austria, personaje ambicioso e intrigante, que incluso había intentado portar él mismo la corona tratando de desposarse con una de sus hermanastras.

D. Juan José de Austria. Fascinante y poco conocido personaje de nuestra historia.

Si ir antes a combatir bajo las banderas del Rey, en la plenitud de los ejércitos de su católica majestad, era un negocio arriesgado, y de resultados muy inciertos, pues la muerte o la deformidad, ya fuese por la guerra o la enfermedad, siempre estaban presentes; cuando los bastos era el palo que pintaban y las derrotas eran numerosas y bien gravosas, el negocio se trocaba en pena de casi galeote, cuando no de muerte prácticamente cierta. De forma casi inmediata, a los soldados que partían en expedición, y abandonaban su hogar, la familia les comenzó o bien a entregar una pequeña chapita metálica con el Corazón de Jesús, o a coser con sus propias manos, unas pequeñas almohadillas de tela, con la imagen, y con leyendas bordadas relativas al culto, del estilo de “el Sagrado Corazón de Jesús está conmigo” o “yo reinaré sobre tus enemigos”. Mediante dos finas láminas de tela, se llevaba anudado al cuello, y por dentro del uniforme.
El último Tercio. cuadro de Ferrer-Dalmau.

La simbología del Sagrado Corazón de Jesús en el catolicismo es bien importante. Representa una parte humana de Jesús, que sufre, siente dolor, angustia, desesperanza e incomodidad con el fin de lograr la redención. Muestra las vivencias del hijo de Dios desde el huerto de Getsemaní hasta su crucifixión, desde el miedo y el dolor, pasando por la esperanza, la entrega y el valor. Y la seguridad de volver, pasados los padecimientos, y cumplida la misión encomendada, al hogar de donde se partió. Como se puede deducir, para un soldado católico observante de su religión, el símbolo es poderosísimo, a lo que se añade que ha sido confeccionado por aquellos a los que siente proteger, como son su madre, hermanas, novias o mujeres; añadiendo además a lo antes descrito, un pedazo de al añorado hogar; y con la ventaja de que se trata de un objeto cuyo valor material es ínfimo, al contrario que una medalla de oro o plata, y cuya verdadera valía reside en el sentimiento íntimo que causa a su portador.
ejemplo de Sagrado Corazón en tela

El símbolo no es un escapulario, por lo que significa que no precisa ni una bendición especial (lo que no impide que sean frecuentemente bendecidos) ni una ceremonia especial para darles tal carácter. Basta con portarlo con devoción. Además, el papa Pío IX en 1872, concedió una indulgencia plenaria de 100 días, a aquellos que lo usaran, y una vez al día rezaran un padrenuestro, un avemaría y el gloria. La indulgencia es:la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones consigue por mediación de la Iglesia. La plenaria, además, borra todo rastro de pecado, dejando el alma lista para entrar en el cielo. Como se puede ver, se convierte así el detente, en algo terriblemente atractivo para un soldado, católico practicante, enfrentado a los avatares del conflicto.

otro ejemplo en tela, podían ser tan sencillos como éste.

¿Y cómo surge lo del término Detente – Bala? Pues mucha leyenda, y poca historia concreta. La primera reseña histórica del término Detente, proviene no de una guerra, sino de una enfermedad. En Marsella, en 1720, se declaró una intensa epidemia con una gran mortandad. La venerable Ana Magdalena Rezumat, que en visiones había visto la llegada de la plaga, comenzó a confeccionar unos pedazos de tela blanca, con el corazón de Jesús, y la leyenda “Oh, Corazón de Jesús, abismo de amor y misericordia, en ti confío”. Se hicieron muy populares, y de inmediato se comenzó a fabricar una versión en plaquita metálica de bordes rojos, cambiando, no se sabe bien cuando, la inscripción a “Detente, el Corazón de Jesús está aquí”. Con la gran extensión del culto también en Francia, los soldados franceses comenzaron a llevar, en gran número, a sus conflictos las citadas chapas, ya muchas con la inscripción posterior. Durante la revolución francesa y el imperio napoleónico, se consideraría un signo antirrevolucionario (y peligroso de portar), que volvería a recobrar su uso, con fuerza, tras la restauración borbónica, portándolo los soldados franceses hasta después de la segunda guerra mundial.

En España, se siguió usando mucho la tira de tela antes descrita, ya bien anudada al cuello, o cosida en el interior del uniforme; sin perjuicio del uso de placas interiores de metal, parecidas a las francesas. En cada conflicto en las que nuestras tropas participaron, se portaron los famosos detente-bala del Corazón de Jesús, atribuyéndoles no pocos milagros, y el regreso al hogar de muchos de sus portadores, que los conservaron con gran esmero hasta el final de sus días. 
no todos los detentes eran del Sagrado Corazón. Procedente de la guerra de independencia, muestra a la Virgen del Pilar. Fuente: historiasdebadajoz.blogspot.com

Una de las historias más famosas, la recoge el excelente blog de Jesús Fidelis (Jesusfidelis.blogspot.com.es), dedicado a la historia y a la recreación medieval, en la que narra el fusilamiento de cuatro soldados españoles por los insurrectos (revolucionarios para los cubanos, no os enfadéis conmigo…) cubanos de finales del siglo XIX. Al intentar fusilar al primero, su detente bala de metal desvió el proyectil, dejándolo ileso, y gritando milagro. Los cubanos, tan católicos como los españoles, e impresionados por tal hecho, no los fusilarían, y al término de la guerra los devolverían sanos y salvos a su gente. Reconocedme, que si eres católico y al fusilar a alguien te pasa esto, desde luego que no vuelves a intentarlo, y aunque seas ateo…el mal rollo que te entra si te dicen que tienes que volver a disparar, es de órdago…

Nuestra Guerra Civil de 1936, y su brutal enfrentamiento ideológico a todos los niveles, haría aún más popular el uso del citado símbolo, especialmente entre Requetés y Falangistas. Aparte del ya descrito de tela colgado al cuello, se harían muy comunes las placas metálicas, colocadas en la pechera izquierda de la camisa, con el corazón de Jesús, y la leyenda “Detente El corazón de Jesús está conmigo”. Otra versión, simplemente sería una placa con el corazón, sin portar leyenda alguna. Sería un símbolo que numerosos divisionarios españoles en Rusia portarían, tanto encima como debajo del uniforme.


¿Quiénes han recuperado en la actualidad esta tradición castrense? Después de brujulear mucho en internet, y a falta de otros datos, parece ser que han sido los integrantes de la VIII Bandera “Colón” de la Legión, (Tercio D. Juan de Austria, 3º de la Legión), que en su despliegue en Afganistán a principios de 2012, y de forma voluntaria, portaron los donados por la Hermandad del Cristo del Perdón de Elche y los amigos de las FAS de Jaén, según cuenta el Teniente Coronel D. Carlos Salgado Romero, en la revista Armas y Cuerpos de la Academia General militar (AGM).

  Como cualquier capellán castrense os puede explicar, el detente – bala, no es un amuleto. Y de hecho pese a las historias contadas sobre sus acciones milagrosas no se espera que detenga los proyectiles. Es un símbolo de oración, de fe para el que lo lleva, que representa desde el sufrimiento y las privaciones de su vida como soldado en guerra, pasando por el valor y el sentido del deber que imponen, el deseo de contar con una protección, un consuelo y la esperanza del seguro y pronto retorno a casa. Así que mientras España siga teniendo que enviar tropas a lugares en conflicto, seguirán llevando nuestros soldados un trozo de tela, metal o de cualquier otro material, con la oración, ya famosa de “Detente, el corazón de Jesús está conmigo”.

Una última reflexión personal. Aunque me sienta contento por ver recuperar una tradición más de nuestras fuerzas armadas, no puedo evitar un punto de profunda tristeza. Pese a los avances tecnológicos y sociales, y a la mejora de las condiciones de vida, la guerra nunca cambia, y los que se ven abocados a ella, siempre seguirán sufriendo dolor, incertidumbre, añoranza, angustia, sufrimiento y miedo. Y como sus ancestros, seguirán buscando refugio en los mismos símbolos, que una vez confortaron a sus tatarabuelos. Quizás es que deba ser así, y como decía el General Robert E. Lee: “es una suerte que la guerra sea tan terrible, si no, terminaría por gustarnos demasiado”.



martes, 11 de diciembre de 2012

AL SERVICIO DE SU MAJESTAD 2



COVENANTER.
Todos tenemos un buen amigo al que le encantan los temas militares, y que siempre se sienta a hablar contigo de los mismos, con unas buenas cervezas delante. Sus conocimientos son básicos, y de vez en cuando te mete alguna patada del estilo de los “Panthers de Rommel en El Alamein”. Pero siempre se le perdona, es buen colega, y además aprende muy deprisa.

Si a ese amigo le pedís que nombre el carro de combate británico más conocido, te dirá, que es el protagonista del anterior post, el Matilda. Pero si hubiese vivido en la Gran Bretaña de principios de los 40, te hubiese respondido, sin duda, que era el protagonista de éste: el A13 Mark III Cruiser Mk V Covenanter.

En 1935, el General Archibald Wavell retornó de un viaje a la URSS. Volvía preocupado y descompuesto después de haber presenciado la gran exhibición que los soviéticos habían preparado para él: sus más modernos carros de combate. Y en especial con una serie, la BT, dotada de la genial suspensión del americano Christie, y su fabulosa velocidad y maniobrabilidad. Era perfecta para la idea (avanzadísima según pensaban) del “carro de crucero”, complemento de caballería para el de infantería ya en desarrollo. Curiosamente, el propio inventor les había ofrecido su primer diseño, el M1928 unos años antes, siendo rechazado bajo la ambigua etiqueta de “inadecuado”.

General Sir Archibald Wavell.
BT-2


Walter Christie era un genio de los de dar de comer aparte. Gran ingeniero e inventor, era un experto en ganarse enemigos, por su forma de ser y arrogancia, entre los estamentos burocráticos. Diseñaría el primer carro anfibio, el GC-2 para el USMC; y rompería moldes con su gran suspensión, y el primer modelo funcional, el M1928 (que pomposamente llamaba el M1940, porque decía que estaba 12 años por delante de otros diseños). Serían los soviéticos los que adaptarían su suspensión primero, y los que la mejorarían de su principal defecto: pasadas 30 toneladas, estaba al límite de capacidad. Christie moriría en 1944, desesperado de haber visto todos sus diseños rechazados por el gobierno norteamericano.  

Walter Christie.
M1928.
 
Los británicos emitieron una solicitud de ese nuevo carro de crucero, encontrando respuesta por parte de uno de los mayores industriales de Gran Bretaña: William Richard Morris, primer Vizconde de Nuffield, conocido popularmente como Lord Nuffield. Había empezado como aprendiz en un taller de bicicletas, para posteriormente pasar a tener el suyo propio en su casa, negocio que convirtió en gran éxito. Su meteórica carrera se cimentó en comprar negocios industriales en la bancarrota, para insuflarles nueva vida y beneficios bajo su dirección. A principios de los años 30, poseía un enorme imperio industrial, que abarcaba a gran número de ramas, y además sería uno de los grandes filántropos británicos del siglo XX.

Lord Nuffield.
 
Su empresa, Mechanization & Aero de Birmingham, comenzó a producir el Cruiser tank Mk II y III A13, entrando en servicio en 1939. Sería uno de los carros británicos más numeroso hasta 1941. Sin embargo, se podía mejorar, y además eliminar el uso de ciertos componentes estratégicos, como el aluminio, muy solicitado por la industria aeronáutica. Nació así el A16, tras un requerimiento del War Office, de 1938. Considerado como el primer “crucero pesado”, tenía un motor Nuffield V12 mejorado, y una transmisión avanzada que estaba diseñando el genial ingeniero Walter Wilson. Problema: lo consideraron como muy caro…

Así que el War Office, en 1939, emitió un requerimiento para el mismo carro pero más barato. Cañón de 2 libras, blindaje soldado, transmisión epicíclica, motor de gran rendimiento, y blindaje “estándar” de 30 mm; es decir, que si angulabas 5 mm y daba una protección teórica de 30 mm verticales, valía igual. Se decidió posteriormente usar un motor de gasolina de bajo perfil Meadows de 12 cilindros y 300 CV y la prometedora transmisión Wilson. Parecía que iban a tener un carro impresionante, y en esos momentos, la burocracia comenzó a liarla de mala manera…

De entrada, con todas las especificaciones lanzadas, se decide que el blindaje pase de 30 mm a 40 mm, y sin pensar en el peso extra añadido. Además, y dada la proximidad de la guerra, se propone que firmas que no se han dedicado al material militar en la vida comiencen a hacerlo para coger tablas. Y se propone a la London, Midland and Scottish Railway Company (LMSR), que fabricaba material ferroviario diverso y gestionaba algunas líneas bastante ruinosas. Era mucho bocado, así que la dejaron que fabricase el casco, mientras que Meadows fabricaba su motor, y la empresa de Lord Nuffield, la torreta. El 17 de abril de 1939, se le encargaron directamente 100 unidades. Por cierto, todavía no se había terminado ninguno de los dos prototipos, pero se esperaba que fuesen bien, y que se arreglasen los posibles defectos rápidamente.

El resultado final: A13 Covenanter.
 
Y todo, empezó a torcerse. Lo primero, la LMSR no tenía capacidad de fabricar tantos carros, así que se metió en el ajo, a la English Electric Company y a Leyland Motors, y se encargaron 250 Covenanters más. Se ofreció también su parte del pastel a Lord Nuffield, pero éste dolido de no haber sido aceptado su excelente (defendía) A16, los mandó a freír espárragos, y dijo que dedicaría sus esfuerzos a un proyecto mejor el A15 (que daría como resultado el popular Crusader).

Y ahora poneros un café, que os va a hacer falta con lo que viene a continuación. ¿listos?

De entrada, el motor. Es de perfil bajo, pero eso no quiere decir, que no fuese bien ancho. Así que los radiadores, simplemente, no cabían en el compartimiento. Solución: situarlos en el frontal del Covenanter, al lado del puesto de conductor, y cubiertos por unas chapas apenas blindadas. Genial, un elemento importante del motor, sin apenas blindar, en un lugar donde siempre se reciben los proyectiles…además los conductos que iban de ellos al motor, sin apenas blindaje (¡como no!) recalentaban la cámara de la tripulación varios grados, algo de agradecer en el invierno escocés, pero digamos que incómodo en Egipto. De todos modos, siempre, siempre dio importantes problemas de refrigeración, pese a lo mucho que se caldeaba a sus tripulantes.

Frontal del Covenanter. La disposición de los radiadores daría problemas sin fin.

Como se retrasaba la transmisión, se montó inicialmente una de Meadows, menos eficaz, pero que sólo requería de un pequeño ventilador para su refrigeración, pero he aquí que Wilson la tuvo a punto a tiempo, y además funcionando bien. El problema era que requería de dos grandes ventiladores, para los cuales, nadie había previsto espacio, así que se decidió que con el ventilador de la anterior iba que ardía…y nunca mejor dicho.

No os vayáis, que aún hay más. Como la LMSR no tenía experiencia en soldar blindajes, decidió usar uno “compuesto”, es decir, de buena calidad por fuera, y de peor por dentro, que sería el que recibiría la soldadura, no afectando así a la capa “buena”. Pasados los meses, decidió que si se hacía eso, podía haber una escasez de soldadores especializados en ese tipo de soldaduras, y que era mejor, sin cambiar esas placas, proceder a montarlas con remaches. Lo de los obreros tenía una explicación: esos soldadores estaban muy solicitados en las industrias de aviación, donde recibían mejores pagas y condiciones que las que daba la LSMR. Para los que no sepáis mucho de blindados, un remache es mucho más barato, fácil y rápido de colocar, pero tiene el grave riesgo, de tras un impacto que no ha perforado, de romperse en el interior de la torreta, comportándose como un proyectil más que daña equipo y mata tripulantes. Imaginaros si esto pasa con unos cinco o diez…ufff.



Por fin, el 21 de mayo de 1940, se pudo probar el primer prototipo en el MME (Mechanization Experimental Establishment) de Farnborough, y allí dijeron, que bueno, que no estaba nada mal. En el manual metieron algunas perlas, como por ejemplo, estaba preparado para actuar en climas tropicales (lo mantendrían así, para siempre), y la mejor, que el blindaje era sólido, pues tras 1.000 millas de pruebas en el campo, no se había caído ninguna placa. Pensad si en vuestro nuevo y flamante Audi A4, mientras buscas cómo se programa el climatizador, encuentras una nota en la que la casa, orgullosa, te anuncia que no se desmontan las puertas ni las ruedas cuando pasas de 140 km/h…

Id ahora a por una cerveza a la nevera, que también hará falta. Se lo entregaron así, tal cual, a las unidades. Y de todas ellas, surgió un rugido…de desesperación. Unánime, el nuevo super-carro de crucero era una basura. Bueno, la única que no protestó de inicio, fue el 4th/7th Dragoons Guards (lo recibieron en Abril de 1941). Venían de usar el espantoso Vickers Mk VI Light Tank (poco más que una tanqueta de Carden Lloyd con una dosis de esteroides), y el modelo les pareció “un lujo”, antes de sacarlo al campo de entrenamiento. Se fabricaría el Covenanter en cuatro versiones (de la I a la IV), “tropicalizadas” todas, y con su correspondiente sub-versión Close Support con el tres pulgadas. En total, sobre unas 1.770 unidades.

versión Close Support.

En pocos meses, fue declarado como “inútil para el combate”. Un momento, un momento…estamos en 1941, a los ingleses no les va nada bien que digamos, los rusos entran en guerra en Junio de ese año, y no están para ayudar mucho, los Yankees siguen durmiendo el sueño de los justos…y el carro de combate más moderno que produces, para además, cubrir las pérdidas de una severa derrota y lograr poner en pie formaciones nuevas…no te vale para el campo de batalla. Después de la guerra, la historia oficial, diría que se fabricó “para entrenamientos”. Estos anglosajones, a la hora de escribir su historia tienen una cara que se la pisan. Como el embarazoso asunto de ciertas medallas conmemorativas de un tal Edward Vernon…

A-13 de la 1st Armored Division abandonando en Francia, en 1940.

Curiosamente serviría en un amplio rango de unidades: la Guards Armored División (que lograrían solucionar muchos de sus problemas, y que referirían, ya al final de 1942 que su velocidad y silueta lo hacían bien divertido, pero que ya estaba claramente desfasado), las 9ª, 11ª y 49ª divisiones acorazadas (la primera y la última no verían combate, y serían usadas sólo para instrucción, siendo desbandadas en 1944 y 1943 respectivamente), y en la 1ª brigada (luego división) acorazada polaca. Y aquí ganaría su fama entre la población. La posibilidad de una invasión alemana, aún a principios de 1942, se mantenía bien presente (a fin de cuentas en el Norte de África y en la URSS las cosas iban de mal en peor), así que los ejercicios de fuerzas acorazadas eran intensos, y había orden de “mostrar el pabellón”, es decir, de realizarlos en numerosos pueblos y ciudades, con el fin tanto de aprender a luchar en ellos, como de enseñar a la población que los alemanes no eran los únicos que tenían “panzers”.


Y en ese papel, el Covenanter se salía. Pese a sus fallos, es uno de los carros más bonitos jamás fabricados. Elegante, de líneas afiladas, perfil bajo, gran rapidez y agilidad, daba una impresión de poderío, para los profanos, bien intensa. Además, era y sigue siendo un carro bien fotogénico. No es de extrañar, que acabase siendo el carro de combate más conocido, en aquellos años en el Reino Unido.



Pero no se podía olvidar el desastre que era, y en un intento de mejorarlo, se enviaron varios ejemplares (las fuentes discrepan, se habla desde 3 a 10 Covenanters) a Egipto, a fin de que, sí los fabricantes no lograban resolver el inmenso problema del recalentamiento del motor, los escalones avanzados en el desierto lo hicieran. Genial, idea…pasarle la patata (caliente) a unos talleres bien sobrecargados de trabajo, que tenían que reparar sin fin carros averiados o dañados, y que además se ocupaban de poner a punto los que eran descargados en los muelles. Como es lógico, los probaron, vieron que eran un desastre y discretamente los aparcaron…en un lugar en el que no molestasen mucho. No recibieron marcas de ninguna unidad, aunque hay fotos de algunos Covenater con marcas de unidad y camuflaje desértico, éstas son de la Guards Armored Division, que no salió de Gran Bretaña hasta ir a combatir a Normandía en junio de 1944, fotos que han llevado a la confusión, y que posiblemente fuese un deliberado intento de desinformación.

Al final, la versión estándar armada con cañón no participó en combates activos. Sólo se perdió uno por acción del enemigo, y fue algo más bien chusco. Al principio la 1ª brigada polaca, dada la experiencia previa de algunos de sus miembros, se asignó a trenes blindados anti – invasión, que llevaban un pequeño complemento de Covenanters en vagones plataformas. Durante un raid aéreo alemán, en la noche del 31 de mayo de 1942, sobre Canterbury, una bomba errada cayó en la estación, alcanzando de lleno uno de los Covenanters del tren blindado “H”.

Tropas polacas en tren blindado anti-invasión.

Para finales de 1943, se declaró obsoleto, y se dio orden de proceder a su desguace. Ni casi dos años había servido…sí que permanecieron varias versiones, entre ellas, en pequeño número, la lanzapuentes. Y si la versión “normal” con torreta y cañón daba problemas mecánicos, la que tenía un peso tan importante en ese lugar como un puente plegable los tenía aún mayores. Se dotó con ellos a dos unidades, a la 1ª división acorazada polaca, y a la 1ª brigada acorazada independiente checa. De la primera, a fecha de escribir el artículo, no he encontrado ninguna valoración de su actuación. De la segunda, unas breves líneas acerca de su intensivo uso en el asedio al puerto de Dunkerque en 1944. Concluían diciendo que los mecánicos, si hubiesen podido y hubiesen contado con reemplazo de un material de ingenieros tan escaso y vital, los hubiesen quemado con sus propias manos. Poco más se puede añadir.

Versión lanzapuentes.

Actualemente, el Covenanter mejor conservado se encuentra en el Tank Museum de Bovington, en Dorset. Se trata de Achilles, con insignias de la 9ª división acorazada, la famosa del Panda, que sólo se usaría para entrenar tripulaciones, y sería disuelta en 1944. Aún con el paso del tiempo, sigue siendo un carro realmente bonito.


No me resisto a una última anécdota, más bien humorada. En la historia oficial de la Guards Armored division, se dice, con total tranquilidad, que los fallos del Covenanter y su resolución, garantizaron un alto nivel de los escalones técnicos y tripulantes de carros de la unidad. Hombre…eso mismo se podía haber logrado con algo como el Tiger I…estos sajones, que cachondos…


sábado, 1 de diciembre de 2012

AL SERVICIO DE SU MAJESTAD 1: curiosidades de carros británicos de la II GM


Cuando empiezas a leer sobre historia militar en su versión de guerra acorazada, es inevitable sentirse fascinado por la tecnología de los Panzer alemanes de la Segunda Guerra Mundial, su desarrollo y sus hazañas. Pero la cara amarga de la moneda, viene, cuando pasado el tiempo, descubres que la inmensa mayoría de las editoriales y textos no paran de darle la vuelta siempre a lo mismo, repitiéndose y copiándose sin atisbo alguno de vergüenza, como si no hubiese nada interesante en el desarrollo de otros modelos de otros contendientes.

Con esto inauguro una serie, de pequeños post, más ágiles, en los que intentaré desvelaros hechos poco conocidos y numerosas curiosidades de la fascinante historia de los carros de combate británicos de la segunda guerra mundial. Pero no gastemos más el teclado, y comencemos.

MATILDA.

Más bien deberíamos hablar en plural, pues serían dos modelos, el A11 y el A12 los que recibirían ese nombre. El origen del mismo, es desconocido, y se han postulado numerosas teorías acerca del mismo, desde que era una amante del general Hugh Elles (otra versión dice que se le ocurrió al ver el aspecto del prototipo), creador del dañino concepto de infantry tank, hasta que simplemente fue un código elegido por un oscuro empleado de la Vickers para el proyecto.

Gen. Hugh Elles.


El A11 fue concebido como un carro de infantería barato. La gran depresión de 1929 había hecho estragos con los presupuestos de defensa (bueno, con todos los presupuestos), y en 1935 se quería un carro de combate moderno (me aguanto la risa), pero con dos premisas: barato y ya mismo. Y para eso se fueron a lo que eran la mezcla de KIA y Hyundai de la época: Carden Lloyd y Vickers Ltd. Los primeros eran famosos por su serie de minitanquetas de dos tripulantes: baratas, ágiles, sencillas y con el blindaje y armamento suficiente para lo que se precisaba en la época, que era el servicio en las colonias. Vickers, por su parte había fabricado en carros el equivalente al VW escarabajo: el Vickers Six Ton. Buena velocidad, buen blindaje (para la época), suspensión adecuada, y una torreta giratoria con un bonito y funcional cañón de 37 mm, o la opción de dos torretas gemelas con un MG cada una. Se vendió como los churros, y sirvió para el desarrollo de blindados en muchos países…menos en el suyo, en el que fue considerado como NO adecuado (al final, se incautarían algunos en 1939, y se usaron sólo en entrenamientos)…asnos…

Tanqueta Carden Lloyd...el vehículo urbano ideal, mejor que el Smart.


Vickers Six Ton.

Así que se pusieron a diseñar y fabricar un carro con un blindaje masivo, y una ridícula torreta con una MG Vickers del .303 (la misma que la de la infantería), con provisión del modelo del calibre 50. El motor era el Ford V8, la torreta, la caja de cambios y la suspensión estaban tomadas del Six Ton, con pocos cambios. La fabricación se inició ya a principios de 1937, y en total, hasta septiembre de 1940 se realizarían unas 140 unidades (no cambiaría mucho los procesos caóticos y artesanales de fabricación de carros británicos durante la guerra).

Matilda A11.


Sólo decir dos cosas más del mismo: su blindaje resistía perfectamente el PaK36 alemán de 37 mm, fue el carro más numeroso (58 unidades por 16 del Matilda II, distribuidos entre el 4th y el 7th RTR) en el famoso contraataque de Arras, protagonizado por la 1st Army Tank Brigade en mayo de 1940 (Por cierto, ¿os habéis fijado que en casi todos los textos se olvidan de la participación en la batalla del 3eme DLM francesa, con cerca de 60 carros Somuas S-35?). La mayoría se quedaron atrás en Francia, tras la retirada, y los alemanes tras probar algunos, simplemente desguazaron el resto…

Más conocido es el A12 o Matilda II, que deriva ya de un estudio realizado en 1936. Una de las constantes de los blindados británicos era que ya desde el inicio la mayoría eran considerados como insuficientes, existía la posibilidad de uno mejor, pero siempre se desarrollaba y fabricaba el primero. Ni coordinación ni planes a largo plazo, ni organización de recursos, ni nada. Y nosotros quejándonos de las autonomías... Pensado ya como un carro con cañón de dos libras en torreta, y peso y blindaje superior. De su producción inicialmente, se encargó Vulcan Foundry, tras el diseño encargado al Royal Arsenal de Woolwich.

Matilda II A12.


Posteriormente se añadió una versión CS (close support) con un howitzer de 3 pulgadas, diseñado al principio para disparar sólo proyectiles de humo, luego se adaptó al uso de alto explosivo. Y eso pese a que el cañón de 2 libras tenía desarrollado un proyectil HE, pero por razones, que nunca se dice en ningún libro, no se puso en producción. Lo más cercano que he llegado a leer, habla que la carga era tan nimia que poco o nada hacía (según las pruebas), por lo que era casi lo mismo que disparar el perforante…curiosa decisión, cuando el cañón de 37 mm del Stuart de origen americano sí que lo tenía, y no era malo para el pequeño calibre de dicha arma. Fabricarlo era difícil, y pese a que se empezó a producir en 1937, a principios de septiembre, sólo dos habían llegado a sus unidades. No es de extrañar, era más complicado que montar un lego sin instrucciones, y ciertas piezas, como el glacis obtenido de fundición debían ser re-trabajados por obreros especializados para eliminar peso extra.

Matilda CS.

No es momento de repetir toda su historia operacional, y cómo se ganó el sobrenombre de la “Reina del Desierto”, pero sí de hablar de dos teatros bien olvidados.

A principios de noviembre de 1941, el general Zhukov, se reunió con Stalin, en el Kremlin, para perfilar la contraofensiva de invierno soviética, y echar a las fuerzas germanas de las puertas de Moscú. Sólo iba a pedirle una cosa, y recibió una respuesta fulminante: tankov niet. No había más tanques disponibles…siempre, el aficionado, ha pensado en la contraofensiva de diciembre de 1941 en el frente ruso protagonizada por miles y miles de sonrientes y aguerridos esquiadores siberianos, apoyados por hordas de carros T-34. Y nada más lejos de la realidad. Las divisiones siberianas fueron bien recibidas, pero la contraofensiva, principalmente, la realizarían tropas de la zona, recién reclutadas o reconstituidas a partir de restos de unidades supervivientes de las batallas anteriores. Respecto a los carros, la mayoría de las industrias de guerra seguían reconstruyéndose más allá de los Urales, y aunque la producción se había reanudado incluso a la intemperie (olé, estos rusos y su valor), el número de T-34 y KV-1 era todavía muy escaso, y habría que esperar a bien entrada la primera mitad de 1942 para ver un aumento significativo. Así que se siguió tirando de los supervivientes T-26s y BTs.

Pero contaron con un refuerzo inesperado: los carros enviados por los convoyes árticos. Sólo en 1941, de los británicos, recibieron unos 487 Matilda II y Valentine, junto con menos de una decena de Tetrarch ligeros, junto con unos 182 Stuarts y M3 Lee a finales de diciembre, de los EEUU.

Llega la ayuda: Matildas en Archangelsk


En los últimos años, y tras la caída de la URSS, comienzan a traducirse al inglés o francés, muy buenos textos de historiadores rusos recientes, que ponen en su correcto lugar la ayuda que estos carros supusieron en momentos muy difíciles. Durante la guerra fría, fueron denostados por la historiografía oficial soviética, disminuyendo su importancia y exagerando sus defectos. Parte es cierto, pues es indiscutible la gran inferioridad de un Matilda con un T-34, o un Valentine con un KV-1. Pero en aquellos momentos fueron recibidos como agua de mayo. Numerosas tripulaciones conseguirían grandes resultados con ellos, y no pocas serían condecoradas con el preciado título de “Héroe de la Unión Soviética”.



El Matilda en concreto, alabado por su buen blindaje, era criticado por su velocidad baja, la vulnerabilidad de sus motores (otra curiosidad, tanto el AEC como el Leyland que se usaban en tandem, derivaban de los usados por los típicos autobuses londinenses de dos pisos) al frío, o la necesidad de mantenimiento constante de su delicada suspensión en lugares con mucho barro (es decir, TODA Rusia). Sin embargo no son del todo ciertas las críticas por su armamento principal. La inmensa mayoría de la Panzerwaffe de finales de 1941 y principios de 1942, estaba compuesta por carros de origen checho o por Panzers II y III de los primeros modelos, ante los cuales, el dos libras, perforaba sin problema alguno a distancias habituales de combate. Y de hecho exageramos… a la Panzerwaffe de la época no le quedaban apenas carros: destruidos, dañados o averiados, alfombraban la ruta hacia Moscú, con un número operacional muy escaso. Las armas anticarro de la infantería, principalmente, seguía siendo el cañón de 37 mm, ante el cual era casi invulnerable. El PaK38 de 50 mm era muy escaso, y sin munición perforante de Tungsteno (más escasa que un político honesto), lograr una perforación del frontal, era muy complicado. Quedaba el 88 mm, pero ese había que pedírselo a la Luftwaffe, era grande, pesado de maniobrar, y era más solicitado que una paga extra de Navidad.

"los cuatro héroes" y su Matilda. Foto de Enero de 1943, sector central.


Los primeros Matildas, encuadrados junto a Valentines, lucharon en el sector de Novgorod, en la contraofensiva de invierno, causando una honda conmoción en los defensores germanos. Es curioso, como en la historia oficial soviética, esas brigadas que los usaron fueron catalogadas como de “KVs”, aunque el mismo texto habla antes, de que estaban constituidas por carros ingleses…

En total, se enviarían a la URSS unos 1084 Matildas II (en total se produjeron 2987), recibiéndose unos 908. Casi el 14% de la producción de blindados británicos se envió a los soviéticos, modelos denostados por éstos, pero que eran los mismos que se usaban en el Norte de África, y que además hacían mucha falta allí. La actitud soviética de postguerra con estos envíos, fue propagandística y profundamente desagradecida.



La mayoría de los Matildas II se perderían en las desastrosas ofensivas de primavera de 1942, y aunque hubo unidades, sobre todo en el sector de Leningrado, que los usarían hasta casi 1944, su número fue disminuyendo cada vez más. Dieron un buen servicio, pese a sus limitaciones, y en un momento justo, en el que la propia supervivencia de la URSS estaba en juego. Una curiosidad más, los soviéticos preocupados por si dejaban de recibir suministros de munición de 2 libras y 3 pulgadas para los modelos CS, modificaron algunos Matilda II con el cañón habitual de 76 mm del T-34: el Zis F-34 de 76 mm. Aunque la modificación era posible, la habitabilidad y operatividad de la estrecha torreta quedaba muy comprometida, y una vez visto que los británicos no fallaban en la entrega de munición, quedó descartada. 

Matilda con el F-34 de 76 mm.


El otro teatro de operaciones donde el Matilda cosechó grandes y desconocidos laureles, estaba en la otra punta del mundo: el Pacífico. Si os gusta como a mí la historia de la Primera y Segunda Guerra Mundiales, ya habrás notado un cambio significativo en un país. A los australianos, en la primera, los ves batiéndose el cobre, hasta el final, en todos los teatros de operaciones. En la segunda, y una vez retiradas las unidades australianas del norte de Africa, en 1943…desaparecen. ¡Si se nota más a los Sudafricanos que a ellos!

Las tropas australianas pasaron a operar, casi en exclusiva en uno de los peores teatros de operaciones de la guerra: el Pacífico Sur. Al principio, defendiendo el perímetro exterior de su territorio. Pero luego, en selvas infectas con un clima atroz, peligrosas enfermedades, enfrentados a unos defensores tan fanáticos como desesperados en su abandono, sin visos de que sus esfuerzos aportasen algo realmente tangible a la victoria final. El resentimiento de los soldados, y de toda la sociedad australiana, fue profundo, y se acabó traduciendo en múltiples conflictos de retaguardia, del que son un claro ejemplo, las numerosas huelgas de estibadores y transportes que tuvo que sufrir la logística aliada radicada en Australia.

Para 1942, los japoneses ya habían demostrado a todos que los carros de combate no son un estorbo en la jungla, sino una perentoria necesidad. Los australianos desplegaron sus primeras unidades de carros, equipadas con el Matilda II en Nueva Guinea, en Milne Bay, en agosto de 1943 de la mano del 1st Army Tank Battalion.  Fue un éxito absoluto. En total los australianos, entre 1942 y 1944, recibirían unos 376 Matildas II de Gran Bretaña, a los que hay que añadir unos 33 de la versión CS, que les cedieron los neozelandeses, más interesados en el Valentine. Encuadrarían sus carros en una unidad legendaria, pero poco conocida fuera de Australia, la 4th Australian Armored Brigade, que contaría con el 1st Army Tank Battalion (más tarde regimiento), 2/6th Regiment con M3 Stuart y 2/9th Regiment con M3 Grants, más las correspondientes unidades de apoyo. En los últimos años de la guerra, se añadiría el 2/4th Regiment con más Matildas, y un escuadrón de anfibios LVTs.



La unidad combatiría muy dividida en escuadrones por numerosos lugares, desde Nueva Guinea, hasta Borneo, Bouganville, Wewak, Balikpapan, Tarrakan…

Milne bay.
Río Hongorai.
Bouganville.

Borneo.

Rápidamente los modificaron para adaptarlos y protegerlos de las escuadras de cazacarros japoneses, y sus cargas de saquete y magnéticas. Al contrario que los americanos y británicos, rápidamente desarrollaron tácticas de acompañamiento de infantería, y pusieron antes que éstos, teléfonos directos de comunicación entre ambos en las traseras de sus Matildas. Se hicieron (incluso modificando los armados con el 2 libras) con el máximo número posible de Matildas CS, y para 1945, tenían en servicio una versión lanzallamas del mismo: el FROG.

Unas palabras sobre éste último. Llevaba un tanque interno de 80 galones de un compuesto llamado Geletron, que se disparaban a través de un tubo similar en aspecto al tres pulgadas, manteniendo la Besa coaxial. La torreta quedaba ahora tan estrecha en su interior, que sólo admitía un tripulante. Además, había unos 100 galones extras en un tanque en la parte trasera, que podía ser desprendido desde el interior; junto con otros dos de 30 galones a cada lado del frontal, y otros cuatro tanques de 32 gallones en los laterales. Mediante un sistema de válvulas se rellenaba con ellos el interior, que sólo daba para ocho disparos. Evidentemente, se dejaron de usar, el trasero por enredarse con absolutamente todo, y los otros por su escasísimo blindaje. La única pega que los australianos le pusieron era que el sistema precisaba una recarga de casi 50 segundos entre cada disparo, siendo mucho mayor que los sistemas adaptados a los Sherman POA lanzallamas de los marines norteamericanos.

Matilda Frog.
 

Aún harían una versión más interesante: el Matilda Projector. Básicamente, se les ocurrió coger siete cohetes antisubmarino erizo de más de 40 kg cada uno, con un rango de 200 a 300 yardas, los pusieron en un caja blindada situada encima de las rejillas del motor, y en el colmo de la sencillez, el mecanismo de movimiento de la misma provenía del de la torreta de los Grant que ya no usaban. Pensaban usarlo como arma antibunker, y en las pruebas realizadas resultaron ser devastadores. Como curiosidad mencionar, que se podían disparar en salva todos excepto el nº 5, que precisaba poner la torreta a la una en punto para no “afeitar” la antena de la radio.

Matilda Projector.
Detalle del lanzador y el proyectil.


Los japoneses los temían más que a nada…y no es de extrañar, el cañón anticarro japonés de los regimientos de la zona, el Type 94 de 37 mm era, al igual que el germano, completamente inútil ante el Matilda. De hecho, el más avanzado Type 1 de 47 mm tampoco lograba perforarlo, ni a quemarropa ni disparando al blindaje trasero, algo que sí podían hacer con el Sherman americano. También era particularmente resistente a las minas anticarro japonesas, diseñadas como tal o improvisadas, y hay informes fidedignos que incluso el glacis frontal resistió, en ocasiones, impactos de artillería de hasta 150 mm, algo que desguazaba Stuarts o Grants. En Nueva Guinea, incluso, cuando se presentía algún ataque de infantería a algún sector, se movilizaba uno o dos Matildas, para que al sonido de sus característicos motores, los japoneses se lo pensasen dos veces al saber que la “reina del desierto” los estaba esperando.

Type 94 de 37 mm.
Type 1 de 47 mm.


Tanto éxito tuvo el Matilda en este terreno, que siempre que pudieron, fueron reequipando el resto de las unidades con este carro, en detrimento de los más ligeros (y aparentemente) mejor adaptados a la jungla Stuarts, y de los Grant. Malvadamente, he pensado muchas veces, que si se hubiese lanzado la operación Olympic de conquista del Japón, quizás, se habrían tenido que plantear volver a fabricar el Matilda…

Los australianos retiraron sus últimos Matilda de la Citizen Military Force en 1955, después de un gran servicio en la misma. Al final, resultaría que el fiable y robusto Matilda sería el único carro de preguerra británico que vería servicio durante toda la segunda guerra mundial, y al contrario que otros como el Panzer IV, su aspecto y prestaciones apenas variarían.

No está nada mal, para un blindado que se construía casi artesanalmente…